Las Tetas de Viana: un icono que debemos conservar
Montañas existen miles, pero montañas icónicas... más bien pocas. Suiza e Italia comparten una de las más reconocibles del planeta: el Cervino (o Matterhorn, si preferimos decirlo en alemán). Si el nombre no te suena piensa en las chocolatinas de la famosa marca Toblerone. Sí, esas deliciosas barritas con onzas triangulares (o piramidales, según se mire). La montañita que aparece en su envoltorio es el Cervino. Así que cada vez que te metas en la boca un trocito de Toblerone estarás comiéndote una pequeña y deliciosa escultura que hace honor a esa emblemática montaña. Y, como Toblerone, otras muchas marcas han decidido utilizar su imagen. ¿Por qué? Por ser única e inconfundible. De hecho, es la que más se asemeja al dibujo que hacemos cuando siendo niños queremos representar una montaña.
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El Cervino de La Alcarria serían las Tetas de Viana. Quizá todavía no hayan aparecido en el envoltorio de ninguna marca tan famosa como Toblerone, pero indiscutiblemente se pueden describir como únicas e inconfundibles. Basta con un simple trazo para representarlas. Una buena muestra de ello es el logo de SUBE A LA TETA (es decir, el del presente blog), o el del X-Trail de Trillo, que aparece en la página titulada "Turismo Activo".
Cuando las Tetas de Viana aparecen sobre el horizonte las reconoces al instante, atraen tu mirada y cuesta dejar de mirarlas. Algo que puede resultar peligroso, especialmente si vas conduciendo (quizá también por eso recibieron el nombre que tienen, aunque es mejor no profundizar en este tema). Así pues, podemos afirmar que aunque el Cervino las saque unos cuantos miles de metros, las Tetas de Viana también pueden presumir de un atractivo sin igual.
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Para finalizar con ésta, la última página del blog, me voy a permitir el lujo de hablar de las Tetas de un modo mucho más personal (al fin y al cabo yo soy el autor). Y es que hace ya más de 100 años mi tatarabuelo admiraba estos dos icónicos cerros. No puedo asegurar que admirase de ellos los mismos aspectos que yo he destacado en este blog. Algunos puede que sí. Otros seguro que no. Con total certeza admiraba los pastos que hay en las cimas de las Tetas. O, mejor dicho, los que en su momento había. Los cuales servían para alimentar su rebaño de ovejas. Una misión aparentemente inviable que él hacía posible ayudándose de una garrucha con la que subía una a una todas sus ovejas para que éstas pastaran, engordasen y volverlas a bajar para vender su carne. Así se ganó la vida mi tatarabuelo gracias a las Tetas de Viana. Así ahorró el dinero necesario para que su hijo (mi bisabuelo) creara su propia empresa, la cual ha ido evolucionando hasta nuestros días, siempre vinculada al sector alimenticio. Esto me hace imaginar a mi antepasado, en lo alto de la "Teta Redonda", cansado pero satisfecho por el trabajo realizado. Agradecido por todo lo que las Tetas le ofrecen, como esas magníficas vistas de La Alcarria. Las vistas de un paisaje que 100 años después yo sigo admirando, como tantas y tantas personas a lo largo de la historia. Un paisaje que debemos proteger para que nuestros tataranietos, si es que llegamos a tenerlos, también tengan la opción de hablar de ello con la misma admiración que yo hoy lo hago.
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